La leña y el carbón representan la segunda fuente energética para cocinar y calentar agua
La leña, el carbón vegetal y los residuos de biomasa representan, en conjunto, la segunda fuente más utilizada para cocinar o calentar agua en los hogares dominicanos, según una encuesta elaborada por el Ministerio de Energía y Minas (MEM).
Del total de consumo de energía de los hogares para preparar alimentos, el 40.3 % provenía en 2018 de una de las tres fuentes vegetales citadas, representando la leña el 32.6 %, el carbón el 7.5 % y los residuos de biomasa el restante 0.2 %.
De acuerdo a la “Encuesta nacional a sectores de consumo final de energía de República Dominicana”, las fuentes vegetales suponen la segunda mayor participación en el consumo energético de los hogares, solo por detrás del gas licuado de petróleo (58.6 %)
El estudio, en el cual se evalúa el consumo de energía en el sector residencial, señala que la preparación de alimentos representa el 65 % del consumo de energía de los hogares, seguida de otros artefactos (11.8 %), conservación de alimentos (9.9 %), refrigeración y ventilación (5.6 %), otros usos (4.1 %) e iluminación (3.6 %).
José Manuel Sánchez, quien lleva más de 35 años en la venta de carbón, con un negocio localizado en el sector Villa Juana, en el Distrito Nacional, indica que sus compradores utilizan el producto principalmente para parrilladas.
Sin embargo, Sánchez precisa que hay “muchas mujeres pobres” que también lo compran “para ablandar habichuelas”. Afirma que el carbón que vende, a RD$700 el saco, proviene de la región sur y de Bayaguana, y aclara que solo les compra a los proveedores si tienen una carta de ruta del producto.
El documento del MEM también destaca que un 29.7 % de la energía consumida en los hogares para calentar agua proviene del uso de la leña y un 12.1 % del carbón vegetal, sumando las fuentes vegetales un 41.8 %. El restante 47.5 % se deriva del uso del gas licuado de petróleo, un 9.9 % de la electricidad y un 0.7 % solar.
Merma de los bosques
El coordinador de la Fundación Acción Verde, Nelson Bautista, plantea que el impacto de los combustibles de biomasa, como el carbón y leña, es uno de los factores que más influyen en la merma de los bosques de las zonas rurales y señala que en la región sur, que es una de las zonas donde más se utilizan ambos combustibles vegetales, hay un impacto directo sobre el bosque seco.
Bautista sostiene que hay una buena provisión del carbón y leña que se vende, especialmente a industrias, que son fincas energéticas o plantaciones creadas con estos fines. Sin embargo, añade que a nivel residencial eso no existe.
“El carbón está prohibido hace mucho tiempo y ese (el residencial), que no es el que se importa, siempre es ilegal, no proviene de fuentes con licencias para producirlo. La leña de consumo residencial siempre, con contadas excepciones, proviene de bosques naturales lo que contribuye en gran medida a la deforestación”, asegura.
Entre las residencias urbanas y rurales los parámetros de uso de la energía consumida reflejan diferencias considerables, donde la utilización de electrodomésticos y aparatos tecnológicos muestran la desigualdad entre ambas realidades.
De acuerdo a la encuesta, el 80.3 % de la energía neta consumida a nivel rural es para la cocción de alimentos, el 5.6 % se destina a otros artefactos, el 5 % a la conservación de alimentos, el 3.8 % a iluminación 3.4 % a otros usos y un 1.8 % a ventilación y refrigeración.
“La alta participación de la cocción en el consumo de energía neta en el medio rural se debe principalmente al alto consumo de leña en este uso, ya que su bajo rendimiento hace que se requieran consumos mucho mayores de energía neta para un mismo nivel de satisfacción de la necesidad”, destaca.
En tanto, en las residencias urbanas, la cocción representa el 59.3 %, seguido de otros artefactos (14.1 %), conservación de alimentos (11.7 %) y refrigeración y ventilación de ambientes (7 %). Otros usos e iluminación consumen el 4.3 % y 3.6 % de la energía, respectivamente.
El coordinador de la Fundación Acción Verde considera que el Estado debe promover el uso de los combustibles alternativos, de forma que esa medida pueda contribuir un poco a la conservación de los bosques.